quinta-feira, 26 de novembro de 2009

DE LA SAUDADE A LA MAGUA.



Antología de relatos luso-canaria

A. M. Pires Cabral, António Manuel Venda, Maria do Rosário Pedreira, Fernando Esteves Pinto, Filomena Marona Beja, Gonçalo M. Tavares, José Carlos Barros, Lída Jorge, Miguel Real, Maria Antonieta Preto, Paulo Bandeira Faria, Paulo Kellerman, Rui Costa, José Rivero Vivas, Eduvigis Hernández Cabrera, Anelio Rodríguez Concepción, José Manuel Hernández, Gabriel Cruz, Víctor Ramírez, Roberto Cabrera, Quintín Alonso Méndez, Javier Hernández Velázquez, José Manuel Brito, Eduardo Delgado Montelongo, Alicia Llarena, Agustín Díaz Pacheco.

Coordenação: Agustín Díaz Pacheco e Fernando Esteves Pinto

Prefácio de Henrique Manuel Bento Fialho

terça-feira, 17 de novembro de 2009

Sexo Entre Mentiras

Sobre Sexo Entre Mentiras de Fernando Esteves Pinto: comentarios de una lectora

Llevo días rumiando con la novela de Esteves Pinto, Sexo entre mentiras así que he decidido escribir estos humildes comentarios sobre la misma. Para mí esta novela es un tratado de teoría sobre la escritura. Nos presenta lo que yo llamaría, su ejercicio epistémico de la escritura: “[me refiero] al uso más desarrollado cognitivamente, en el que el autor, al escribir, transforma el conocimiento desde su experiencia personal y crea ideas.” (En psicología, Wells, 1987).

Ese ejercicio en esta novela es el intento de tratar de explicar a través del lenguaje, de la palabra, el cómo se construyen a su vez las mismas y cómo el lenguaje recrea: ¿“la realidad” o “la fantasía”? Nos evoca aquello que escribió (no recuerdo quién) que decía: “el actor miente para decir la verdad.” Refiriéndose al drama, a la actuación, y que en este caso de Esteves Pinto se puede aplicar al escritor o al poeta. Por eso, llega en un momento a inquietarnos esta narración. Porque nos da la sensación de estar perdidos en un mundo recreado a imagen y semejanza de un narrador que no vive sino, en “la palabra misma”. Está describiéndonos su verdad y tratando de hacer la palabra su certeza:

“Quienes dicen la verdad son personas que crean las mentiras del mundo en el que viven. Lo veo en mí: escribir es mentir dentro de una verdad”. (p. 18).

Es más un texto filosófico-psicológico que una novela que habla sobre el erotismo o sobre la soledad de la mujer, complementándola con lo que llamamos modernamente el mundo virtual. Ésta es la anécdota. Tema que tiene tela para cortar pero, del cual desgraciadamente soy una ignorante completa. Porque personalmente no he querido entrar nunca a esa esfera de la Internet, demasiado morbosa para mí, donde creo, que en un mundo donde ya de por sí, comunicarnos nos cuesta tanto y más, con alguien que está al otro lado de la pantalla. Ese alguien que nos puede estar mintiendo (¿dije mentira?) o nos puede estar desnudando la verdad más agria y dolorosa. Todavía prefiero la sana manera de mirarnos a los ojos del interlocutor y tratar de leer los signos de la bondad o los signos de la maldad humana. Por eso creo que a Esteves Pinto le costó tanto escribir esta novela como él mismo expresa en la “Nota introductoria”. Definitivamente, tuvo que ser un trabajo de recurrente análisis para no caer en la subjetividad más completa y mantener un poco de objetividad. Un poco, porque nunca lo somos del todo, no existimos sin nuestros prejuicios, estoy segura que el autor estaría de acuerdo conmigo. Conozco hace tres años a Esteves Pinto, conozco al amigo, al poeta y al editor independiente y créanme, es completamente inofensivo. Yo que siempre estoy tratando de sacar lo biográfico de todo lo que leo, porque soy una aprendiz de escritora completamente autobiográfica, no encontré mucho de Fernando en estas páginas. Lo que encontré, una vez más, fue a su cerebro acelerado, siempre quisquilloso y perspicaz para hacernos pensar con sus preguntas existenciales. La sinceridad del que narra llega a decirnos: “Son mentiras verdades de alguien que sufre por una verdad.” (p.18)

Abarca esta novela varios temas y todos ellos vistos bajo la lupa de este escritor-narrador a veces; airado, triste, erótico, bebido, sobrio, en búsqueda siempre… Y a través de unos personajes femeninos que gritan sus soledades y sus abandonos de formas distintas pero unidas todas por lo erótico y el debatir la definición del amor de pareja. Creo que este narrador en búsqueda no encontró verdades, sino, interrogantes. Eso sí, creo que hizo su exorcismo brillante en tratar de llevar “a la idea” a la página en blanco. Describir el mundo de alguien que intenta ser feliz a través del dolor de ser, que siempre duele doblemente. La crueldad, la violencia, la mentira, la verdad, la locura, la humildad, los soñadores, la venganza, la inocencia, la soledad y la infancia son parte de los temas expuestos.

Más, el tema del amor y la escritura como simbiosis, me parece el más original y el mejor expuesto. Lo comunicante como expresión amorosa unida al sufrimiento y la mentira:

“ […] El sufrimiento es requisito para el que ama. Si no estuvieras dispuesto a sufrir, no sabrías amar. […] El miedo a amar se debe a que el gran amor, al ser sincero y verdadero con aquél que nos ama, siempre nos destruye. Todo lo demás es una oración de sufrimiento que se arrodilla ante el corazón”. (p.14)

“ […] Estoy, ya lo sabes, en el sufrimiento, pero las palabras me sirven de defensa. Siempre he querido saber mucho sobre los demás, mucho más allá de lo humano, y ahora creo no saber nada de mí, nada en la terrible consciencia de haber vivido sus aflicciones. Quien me lee ahora no imagina el sufrimiento que fue preciso condensar en un tiempo de escritura para que todo volviera a tener una vida que escapase a la ficción de existir en mi pensamiento. Exijo silencio a mis palabras.” (p.15)

“ […] El amor es un libro en blanco del conocimiento donde el tiempo escribe los sentimientos del que ama. […] El amor dura mientras haya materia desconocida del otro. […]” (p.28)

“- La escritura es sufrimiento. Padecer la escritura para que el texto nazca.” (p.30)

“[…] ¿Qué queda, sino joder la escritura? Joderla con dolor. […]” (p.31)

“[…] ¿Por qué las historias tristes son tan hermosas? Pienso que porque hay mucho amor dentro de ellas. […]” (p.38)

[…] Siempre sentí esta manía de amar a través de la escritura. […] (p.42)

“Tengo miedo de que las palabras digan más de lo que siento, porque las palabras mienten y el ejercicio de la mentira siempre ha dado una buena escritura a mis sentimientos. […]” (p.43)
“ […] Si quieres ser feliz, entiende mi infelicidad como una creación. Y no valores al hombre que escribe por la mujer que ama. Pues el amor es el arte de la corrupción emocional y el hombre es el artista del amor corrompido.” (p.44)

“ […] Y la literatura siempre será una galería de mentiras conservada con mimo. Tan de verdad representadas. […]” (p.45)

“ […] Amor y literatura son parecidos en la mentira, y es triste no amar a alguien porque se tenga miedo de la mentira. […] (p.57)

“ […] La verdad es un lenguaje del silencio. Nunca temí al silencio, pues el silencio es mi forma de vivir. […]” (p.57)

“ […] Porque la escritura es más la pérdida que el beneficio de lo que pensaba escribir. Como el amor, es más la representación que el sentimiento.” (p.111)

“ […] Pero el amor sigue, no sé si te das cuenta, el amor sigue aunque no haya a quien amar. También la escritura sigue sin palabras visibles hasta que no encontremos un fin a lo que sentimos.” (p.113)

“ […] El pensamiento es una barrera contra el silencio. La escritura es la construcción de esa barrera. Escribir es estar atento al valor del pensamiento.” (p.115)

“ […] Se aprende sólo tras el daño. Tal vez después del sufrimiento la vida siga a tu disposición en una lección de amor a los demás. […]” (p.120)

“ […] La escritura quiere a quienes no temen la soledad.” (p.146)

“ […] El silencio está hecho con las palabras que nos duelen, y todo es una escritura apresurada cuando decimos algo a otro. […]” (p.150)

Como se puede apreciar en estas citas, sacadas con toda intención de su contexto, la novela nos devela un pensamiento profundo, el pensamiento de un indagador, el pensamiento de alguien que desea entender en última instancia a la mujer, entre otras cosas. Bueno, y porque soy mujer, creo que esta tarea la lleva a buen fin, tratando de describir lo erótico en nosotras y en dos citas de este libro me sentí identificada. No porque sea la visión que tengo de mí misma sino, por la particularidad de ese intento masculino de entender lo femenino. ¿Alguna vez, nosotros, los hombres y las mujeres, podremos entendernos desde nuestros lenguajes particulares, desde la palabra misma, desde esa magia que nos acerca y nos distancia como género? Sinceramente, a esta altura de mi vida, no me importa y como dice este escritor-narrador: “ […] Estoy en una edad en que la verdad ya no precisa esconderse. No sé mentir. […] (p. 151).” Y aquí los dejo con estas dos citas, sabuesas y deseantes…:

“ […] Es triste tener que llegar a este estado y por eso pienso que ella escribe mejor cuando las palabras le salen del cuerpo casi deshaciéndose en un dolor demoníaco, una fiebre loca que se encuentra en ciertos poemas femeninos que buscan en el infierno de la inspiración la verdad que se oculta en una vida tan triste.” (p.123)

“ […] Dios mío, las mujeres que escriben subliman tanto el amor con sus versos, que es una emoción tan jodida como tener a Florbela Espanca desnudándose frente a uno y en vez del cuerpo desnudo como un sol caliente en mi sexo, veo una boca vaginal declamando tristes mentiras que el amor me hace ver.” (p.124)

Los exhorto a leer esta novela con el lente de la inteligencia, más allá de la anécdota y de nuestros minúsculos egoísmos, con el corazón en los ojos, para que puedan alcanzar a sentir lo: “que el amor me hace ver.”

Maribel Sánchez-Pagán
Tampa, Florida
16 de Noviembre de 2009.

terça-feira, 10 de novembro de 2009

Miguel Godinho

“Os Nossos Dias” é a tua estreia em livro, editado pela 4águas. Quando é que a poesia começou a fazer parte dos teus dias?

Descobri a poesia na minha adolescência e vem também dessa altura o gosto pela escrita, mas acho que foi talvez a partir do momento em que criei o meu blogue que perdi a vergonha de tornar públicos os meus escritos. No entanto, acho que a poesia sempre percorreu os meus dias. Mas ao que parece, tenho uma inclinação para descobrir poesia onde os outros apenas vêem melancolia.

Até que ponto é que os lugares, cenário de vivências, é tão importante para a tua poesia?

As memórias inscrevem-se sempre a partir de espaços concretos. Toda a minha poesia tem início nesses lugares reais. No entanto, sabemos que a mente transforma e reorganiza sempre esses momentos mais tarde, criando lugares mentais que se podem reconstruir sempre que lá voltamos, sempre que temos necessidade de o fazer. Acho que também esse é um tema bastante presente neste livro: as imagens mentais que manuseamos sempre que revisitamos momentos passados. São esses os lugares antigos de que falo neste livro.

Quais são os teus poetas de eleição? Os que mais te influenciam na escrita poética?

Gosto bastante de Pessoa e em particular da poesia de um dos seus heterónimos: Álvaro de Campos. O tédio, a ressaca dos dias, a expressão do desconforto, a monotonia. Há uma modernidade nele que assombra. Depois há a poesia do Peixoto, que convoca muito bem a infância, o Ramos Rosa que tem um olhar que vai à essência das coisas, o Gastão Cruz, o Herberto Hélder que rasga as palavras, o Al berto que faz sofrê-las. No fundo, acho que são estes os poetas que mais me marcaram.

Quando é que sentes que há poesia ou percebes que um poema acontece sob a vigilância das tuas próprias acções quotidianas?

Adoro olhar para o quotidiano, examiná-lo, questioná-lo, confrontá-lo e, logo, confrontar-me. Quando me sinto demasiado metido nele e nas coisinhas do dia-a-dia, tenho necessidade de questionar esta vidinha que todos levamos. Vejo poesia no negro das nossas vidas, naquilo que ninguém quer ver, nas coisas que escondemos dos outros, sinto poesia na nossa pequenez. E tenho uma enorme necessidade de dizer essa pequenez porque ninguém a pronuncia e toda a gente a esconde. As pessoas têm medo de se descobrirem no meio da sua sujidade. Às vezes parece que anda tudo tão contentinho, tão sorridente na decadência… E isso é patético mas ao mesmo tempo (e por isso mesmo) poético… É impressionante como tudo parece funcionar tão bem na hipocrisia. Observar esta evidência é consciencializar-me que faço parte de um mundo estranho. É, portanto, no quotidiano que gosto de me movimentar, de procurar assunto para escrever.

Falas da vida duma forma depreciativa: “vidinha”, “pequenez”, hipocrisia” são alguns dos termos que utilizas para descreveres o padrão existencial ao qual todos nós pertencemos. Crês que os factores negativos da vida em geral precisam de ser reciclados através da linguagem poética para alcançar uma outra forma de consciencializar os nossos dias e recriar novas atitudes e comportamentos mais civilizados e positivos?

Sim, pelo menos para nos fazer pensar, para nos obrigar a contestar o mundo fingido em que vivemos, um mundo onde as aparências valem muito. A poesia tem esta capacidade de abrir janelas mas também de nos obrigar a olhar ao espelho. Permite-nos um olhar mais atento, mais sincero, mais despido dos preconceitos que a realidade quotidiana nos impõe. E, com isso, acabamos por conseguir também um olhar sobre nós próprios. A vida em sociedade, nesta sociedade “dos nossos dias” obriga-nos a ser artificiais, a escondermo-nos uns dos outros e até de nós próprios, a mostrarmos apenas “o que fica bem”, nem que para isso tenhamos de espezinhar, de deitar abaixo o próximo. A poesia tem esta habilidade de nos libertar dessa hipocrisia porque tem o poder de nos fazer questionar. Nesse sentido, pode também ser francamente útil. A este propósito, devo dizer que há um sentimento que ultimamente me tem assaltado e que justifica esta minha maneira de pensar e de escrever e que está patente neste livro: a necessidade latente de sermos mais nós, de nos desligarmos da artificialidade, da ilusão do termos que ser (e de ter) mais e mais, a pretexto vá-se lá saber do quê. Como diria Fernando Pessoa, para além de “ser a minha maneira de estar sozinho”, a minha escrita serve para compreender este mundo em que nos corrompemos uns aos outros e, tantas vezes, a nós próprios.

O poeta é um leitor incómodo do mundo. Queres comentar?

É a mais pura das verdades. A poesia deve ser como uma lâmina afiada a deslizar na pele. No entanto, dizer o que os outros não dizem ou não sabem dizer pode ser uma tarefa ingrata. Transforma o poeta nesse tal leitor incómodo. É aquele que olha e sente a essência das coisas, que se apercebe, e que o diz, e isso torna-o num destabilizador. Um poeta fala demais. A verdade é que as pessoas ou têm medo dos poetas ou os acham ridículos. Há também quem os admire… São os poetas que ainda não sabem que o são ou que não querem admiti-lo.

O que fica inscrito no final dum poema? A consciência do próprio autor? Ou o poema vai mais além da tua consciência ou emoção?

O poema vai até onde o deixarem ir. Às vezes nem o autor tem consciência daquilo que escreve. E tantas vezes ele próprio se redescobre no seu próprio poema. Acho que o poema é algo que brota sem que o poeta o convoque. O poeta sente necessidade de dizer o que sente. Uma vez escrevi que “há um vazio essencial que antecede a escrita, depois vem um perfume que se vai espalhando, uma presença que se constrói quase sozinha e se revela discretamente”. O poeta é capaz de experimentar esse perfume e de exprimi-lo verbalmente. Pode falar-se numa consciência do autor inscrita no poema porque a arte poética consiste em ser-se capaz de explicar esse perfume, da forma como cada um o sente. Mas a verdade é que a poesia está presente em tudo. É preciso é senti-la.

O que procuras no poema? Uma nova estética no dizer, ou uma nova figuração na forma de sentir?

Não sei se procuro algo novo, pelo menos conscientemente. Quero apenas dizer como sinto primeiramente, como se me surge: rápido, puro e duro. O poema não deve andar com rodeios, deve ir direito ao assunto. Não serei o primeiro a tentar este tipo de figuração na forma de sentir. É deixar a sensação irromper sem impor-lhe regras e deixá-la fluir através de um olhar atento para o real de todos os dias.

“Os nossos dias” é um livro construído pela memória?

É um livro que convida a memória a questionar o presente, que confronta o enfado dos nossos dias enquanto resultado do esquecimento da adolescência, a favor de uma responsabilidade necessária, do ter que ser-se adulto, “distinto” e respeitável. De repente temos trinta anos e vemo-nos metidos num mundo vazio, num mundo de dissimulação onde a hipocrisia e os sorrisos falsos imperam e onde tanta gente quer ser aquilo que não é. Um mundo onde não se hesita em pisar os outros. Olhamos à volta e vemos tanta gente completamente inadaptada na vida mas a ocupar cargos ilustres, com uma vontade louca de largar tudo mas sem força para o fazer, tanta gente que sente vontade de voltar atrás na vida e seguir outros caminhos, gente com vontade de desaparecer, de acordar de um mundo de ilusão, de puxar fogo à brilhantina e dizer “Basta!”. Acho que este livro resulta do facto de, ultimamente, andar a tomar mais atenção ao descontentamento que tantas vezes encontro no olhar das pessoas. Talvez resulte também de alguns anos a movimentar-me num meio onde apesar da insipiência tantas vezes evidente, todos se acham o máximo, em resultado do título e da arrogância associada, que fazem questão de patentear.

“Se eu tivesse certezas sobre quem sou / não haveria necessidade na escrita deste texto / não precisaria de me vasculhar por entre as palavras”. É nas palavras que procuras a pessoa que és entre o passado e o instante futuro?

Afinal não são as palavras que nos exprimem, que nos explicam? É através delas que encontramos explicação para nós próprios. Quem escreve, escreve-se. É através das palavras que podemos dizer quem somos, o que somos e porque somos. Talvez seja essa a razão da escrita: dizer, para dizermos a nós próprios.

“Às vezes esqueço-me de onde estou / um pinhal em chamas e eu no centro/ de isqueiro na mão” A incerteza parece ser a ignição destes poemas. Concordas?

Sim, é verdade. A vida é toda ela preenchida de incertezas, de dúvidas, de hesitações. Muito raramente alguém avança sem olhar, sem se certificar do passo que vai dar a seguir, ainda que se possa dizer o contrário. Mas a verdade é que às vezes – tantas vezes – nos deparamos em situações em que nos metemos, mesmo depois de muito reflectir, que não fazemos a mínima ideia de como ali fomos parar. E nós lá estamos, a olhar para a fogueira que ateámos, já sabendo que iria arder, de isqueiro na mão, bem ao centro, sem fuga possível…

Parafraseando um poema teu: Um poema em chamas e o poeta de isqueiro na mão. Será esta a força combustível do acto poético?

Escrever é puxar fogo, é deixar arder, é rir enquanto arde, até que a chama nunca se apague. Um poeta nunca tem medo de se queimar, porque o mundo é todo ele combustível, inflamável. E ele sabe disso. E faz uso disso. E arde e deixa arder. E ri-se disso. Mesmo que se encontre bem no centro das chamas…

Entrevista publicada no suplemento S do jornal Postal do Algarve

terça-feira, 3 de novembro de 2009

Informação Prática

Parecia perdida na cidade, ali às voltas no Largo do Camões. Trazia um vestido colado ao corpo, todo preto a fazer sombra nos cabelos loiros. Pediu-me uma informação: queria apanhar um eléctrico para os prazeres. Indiquei-lhe uma Sex Shop.